Según estudio el helado y las papas fritas pueden ser tan adictivos como las drogas

Según estudio el helado y las papas fritas pueden ser tan adictivos como las drogas

La adicción a los alimentos ultraprocesados es un problema que afecta a un gran número de personas en todo el mundo. Estos alimentos pueden ser tan adictivos como las drogas debido a su impacto en los sistemas de recompensa del cerebro

La adicción a la comida chatarra es un desafío que afecta a millones de personas en todo el mundo. A pesar de sus esfuerzos por liberarse del consumo de productos como las papas fritas, helados y otros caprichos culinarios, muchos se ven atrapados en una lucha constante.

Este fenómeno ha sido objeto de extensas investigaciones llevadas a cabo por numerosos expertos e investigadores en el campo de la nutrición. En este contexto, se ha descubierto que los alimentos ultraprocesados (UPF) pueden ser tan adictivos como las drogas, lo cual plantea una seria preocupación debido a su vinculación con múltiples problemas de salud.

Un reciente estudio que analizó 281 investigaciones realizadas en 36 países reveló que el 14% de las personas son adictas a los UPF. Esta estadística es alarmante, ya que estos alimentos son ampliamente comunes en nuestra dieta diaria.

Los UPF, que incluyen productos como salchichas, helados, galletas, refrescos y cereales azucarados, se han asociado con una serie de resultados adversos para la salud. Entre ellos se incluyen el deterioro cognitivo, el riesgo de cáncer, la angustia psicológica y la mortalidad prematura.

La profesora Ashley Gearhardt, de la Universidad de Michigan, lideró una investigación que se centró en criterios clave como el consumo incontrolable y excesivo, los antojos persistentes y la ingesta continua de estos alimentos a pesar de las posibles consecuencias negativas para la salud.

Los hallazgos recientes de Gearhardt y sus colegas, publicados en The British Medical Journal, sugieren que la combinación de carbohidratos y grasas refinadas presentes en los UPF puede tener un efecto supraaditivo en los sistemas de recompensa del cerebro. Esto significa que, en comparación con el consumo de un solo macronutriente, la combinación de carbohidratos y grasas refinadas puede aumentar significativamente el potencial adictivo de estos alimentos.

Cómo se mide la adicción

Para comprender mejor el alcance de esta adicción, es crucial conocer la Escala de Adicción a la Comida de Yale, creada por la profesora Ashley Gearhardt en 2009. Esta escala se desarrolló para medir la adicción a los alimentos de manera similar a como se mide la adicción a sustancias como el alcohol, la nicotina, la cocaína y la heroína.

Gearhardt explica que “tomé los criterios de diagnóstico estándar para el alcohol, la nicotina, la cocaína y la heroína y los traduje a los alimentos”. Estos criterios incluyen la ingesta excesiva, la pérdida de control sobre el consumo, los antojos, el uso continuado a pesar de las consecuencias negativas y la abstinencia. Si una persona ha experimentado dos o más de estos síntomas en el último año, junto con “un deterioro o malestar significativo”, se le clasifica como adicta a la comida.

Este enfoque basado en la adicción arroja luz sobre por qué tantas personas luchan por dejar de consumir UPF, a pesar de estar conscientes de los riesgos para su salud. La realidad es que estos alimentos están diseñados para ser irresistibles, con combinaciones de carbohidratos y grasas refinadas que estimulan los centros de recompensa del cerebro y generan fuertes antojos. Esta respuesta del cerebro puede ser tan poderosa como la generada por las drogas, lo que hace que dejar de consumir UPF sea una tarea extremadamente difícil.

El estudio mencionado anteriormente, que involucró la revisión de 281 investigaciones en 36 países, proporciona una visión más amplia de la magnitud del problema. En un mundo donde los UPF son omnipresentes, desde los alimentos envasados en el supermercado hasta las opciones de comida rápida, no es de extrañar que muchas personas caigan en la trampa de la adicción a estos productos.

La adicción a los UPF no solo afecta la salud física, sino que también puede tener un impacto significativo en la salud mental. La angustia psicológica es uno de los resultados adversos asociados con el consumo constante de alimentos ultraprocesados. Además, la adicción a estos alimentos puede socavar la autoestima y la calidad de vida de las personas, lo que puede generar un ciclo de consumo aún más perjudicial.

La investigación liderada por la profesora Gearhardt es un recordatorio de la importancia de abordar el problema de la adicción a los alimentos ultraprocesados. Se necesitan estrategias y políticas de salud pública efectivas para ayudar a las personas a reducir su consumo de estos productos y fomentar una alimentación más saludable. La educación sobre nutrición y la promoción de alternativas más saludables también desempeñan un papel crucial en la prevención y el tratamiento de la adicción a la comida chatarra.

Por Ambar Román

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